En México existe la tradicional frase y costumbre de comerse un bolillo para el susto, esto se ha viralizado hace un par de años luego de los fuertes sismos que ocurrieron en el año 2017 y que cada vez son más perceptibles, incluso aunque sean de menor intensidad, ¡No dejan de sacar el susto!
Y aunque la frase parece muy coloquial, la realidad es que sí hay una relación científica, expertos de la UNAM lo han revelado.
Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera, profesora de la Facultad de Medicina, mencionó que el comer un bolillo para el susto sí tiene fundamentos científicos.
¿Por qué el bolillo quita el susto?
De acuerdo con la profesora de la UNAM, el estrés agudo provoca un aumento en la producción de ácido estomacal, lo que lleva a la angustia estomacal, un dolor en el vientre comúnmente percibido como vacío, lo cual puede causar náuseas y otros malestares.
“En tales casos, ingerir un pan reduce esa acidez tan molesta, como bien sabían nuestros antepasados”, explicó la profesora, Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera.
El susto es la reacción de nuestro cuerpo ante un sobresalto. A nivel cerebral, se estimula la hipófisis y acto seguido la glándula suprarrenal libera dos hormonas: noradrenalina y adrenalina, responsables de que el corazón y la respiración se agiten.
Este proceso ocurre rápidamente para que el individuo adopte una “reacción de lucha o huida”, la cual nos pone “en modo supervivencia”.
No lo olvides, el comer un bolillo ayuda a reducir la acidez estomacal causada por el estrés agudo y la ciencia lo respalda.
“Un susto no causa diabetes”
La profesora de la Facultad de Medicina, Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera, mencionó que, es importante desmentir el mito de que un susto puede volver a las personas diabéticas, asegura que si alguien lo descubre en momentos de estrés, es porque quizás ya había un antecedente y no precisamente se desarrolló por la exaltación o susto.
Precisó que tras un sobresalto, los diabéticos pueden comer un pedazo de bolillo sin problema alguno, pues eso les ayuda a estabilizar el azúcar y a no marearse.
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