México está plagado de historias , narraciones qué se vuelven extraordinarias pues mezclan lo romántico con lo bizarro, los hechos históricos con lo paranormal, lo común con lo exquisito.
Se cuenta que en Miraval una de las colonias más antiguas de Cuernavaca, encontramos al protagonista de esta leyenda qué da un vistazo al pasado: El Callejón del Diablo.
¿Por qué se dice que el Callejón del Diablo está en Cueranavaca?
Empecemos como se debe, por el principio, para entrar a este callejón debes tomar la calle Francisco I. Madero y atravesar la barranca de Amanalco hasta llegar al otro lado en la Avenida José Ma. Morelos.
Aunque es un recorrido de pocos metros, al cruzar el aire parece cambiar, es como si el ajetreo de la ciudad quedará en otro plano, en otro tiempo, pues al adentrarte al callejón llama la atención que un tramo aun se conserva en empedrado, el ambiente es húmedo y frío, es tranquilo, solitario y se encuentra bordeado por casas de altos muros, en algunas de esas viviendas ofrecen lectura de cartas y otros servicios esotéricos muy... “ad hoc”.
Además al llegar al puente te encuentras con enormes árboles qué lo protegen con sus ramas formando un techo, en verdad le otorga un aspecto por demás tétrico.
A este puente del siglo XVI se le conocía como: “Telpochuhueco”, (algo así como el viejo siempre joven) o el Puente del Diablo.
La historia que nadie te cuenta del puente del Telpochuhueco
Resulta, resalta y acontece que hace algunos ayeres la gente contaba con mucho ahínco que el mismísimo diablo favoreció a Hernan Cortés, pues lo libró de la muerte, pues mientras cabalgaba a toda velocidad escapando de los guerreros Tlahuicas quienes lo perseguían con furia, algo sucedió. Al llegar a la barranca de 5 metros de ancho, el caballo de Cortés salto sin problema, como si de un pegaso se tratase.
Ambos, caballo y jinete llegaron sin un rasguño al otro lado... ¿será que de verdad el señor de las tinieblas tenia preferencia por él?
Al poco tiempo Hernan Cortés mandó construir un puente, el mismo y a todo color qué conocemos hoy día, pues aunque su buen tiempo ha pasado, se conserva como un legado de Cortés.
Ahora forma parte de la cultura y el folclor morelense.
¿Será que el Diablo aun ronde por ahí, esperando a su siguiente favorito?
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