En los límites de Morelos y el Estado de México se esconde un tesoro

“Para mí el bosque es como mi mayor tesoro. Porque de aquí colectamos todo lo que nosotros consumimos, nosotros vendemos y de nuestra venta, de nuestro conocimiento, es como nosotros traemos lo que es el gasto para la casa, para nuestros hijos, nuestras familias... Tenemos sopa de hongos, hongos dorados, hongos en adobo, hongos en ajillo y hongos fritos. Hongos empapelados, mazorquitas rellenas y tortitas de hongos”, dice Natalia Nazario, recolectora de hongos.

“Tenemos sopa de hongos, hongos dorados, hongos en adobo, hongos en ajillo y hongos fritos. Hongos empapelados, mazorquitas rellenas y tortitas de hongos”

Son los manjares elaborados por comunidades indígenas que protegen el área natural protegida “Lagunas de Zempoala”... Son hombres y mujeres cuya vida gira en torno al bosque.

“Lo que pasa es que el conocimiento que llevo es ancestral. Mi papá me enseñó a colectar los hongos, ya que teníamos una tierra del pueblo hacia el bosque. Teníamos que pasar mucho bosque, entonces en ese trayecto pues ya íbamos encontrando hongos y luego me decía ‘este hongo se come, este no se come’. Y así, sucesivamente”, dijo Carlos Guzmán, recolector de hongos.

Y este, es el hongo enchilado, ¿Qué es lo que procede aquí? Es quitarle un poco la tierra. Limpiarlo. Según nos comentan algunos pobladores, se prepara con un poquito de sal, con aceite, con epazote y con cebolla. Este hongo termina por convertirse en un platillo, ya sea para el desayuno, para la comida o para la cena.

El cigarro, la flor de calabaza, el clavito y el hongo de tortilla son sobrenombres de cariño, pero también conocidos por herencia. Son esos hongos y la vegetación del bosque los que también son medicamentos en tiempos difíciles.

Y cuando están un recorrido, cuando vienen a trabajar, vienen a recolectar, y tienen algún padecimiento, ya sea un mal estomacal, un dolor de cabeza, ¿qué solución le dan aquí arriba? ¡Ah bueno!, ya conocemos una planta, se llama escoba de tepopote, y esa te la puedes mascar. Ya bien sea cuando hay dolor de estómago o harto vomito.

“Ah pero mira, nos topamos con otro hongo y aquí te voy a dejar otro mensaje más. (r: la panza loca) sí pero es otra especie, otro color. ¿cómo se llama? ¿rodrigo verdad? Tú le vas a dejar el mensaje a rodrigo. (((solo sugerencia, podemos omitir espacio o acelerar video)) entonces ya aquí, con la hoja fresca y el nombre de la persona con el que andas. ¿qué quiere decir? Ah, aquí pasó. Aquí anda...”, Carlos Guzmán, recolector de hongos.

Caminar con estos pobladores es una cosa impresionante, porque aunque no hay caminos bien definidos, ellos conocen el bosque, el área natural protegida como la palma de su mano. La forma en que se pueden ubicar es localizando pequeños troncos pero también parte de la vegetación endémica de esta zona.

Lo mismo niños que adultos. Ven a este bosque como su hogar. Han crecido en él y si la vida así lo decide, de él van a partir.

“A nosotros nuestros padres, nuestros padres nos fueron transmitiendo de que este hongo te va a servir, no para que te lo comes, no. Porque si tú andas perdido, lo dejas en un lugar visible, en un camino y ya dan contigo”, Carlos, recolector de hongos.

“Pues sí, hay que inculcar a nuestros niños para que si nosotros ya no estamos mañana o pasado, pero a ellos se les quede el conocimiento de los hongos, de los animales, de las plantas, de los árboles que tienen que cuidar para que el medio ambiente se siga manteniendo”, Catalina Nazario, recolectora de hongos.

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