Uno de los lugares más históricos de la capital morelense es sin duda el Jardín Borda el cual data del Siglo XVIII y es el único jardín virreinal existente en México, icónico por sus fuentes, jardín botánico y un lago.
El Jardín Borda cuenta con 240 años de historia, en el cual se albergaron personajes que hoy son parte de la historia nacional mexicana, ya que fue hogar del emperador Maximiliano de Habsburgo y de su esposa, la emperatriz Carlota. Actualmente es un espacio abierto al público para proyectar el arte y la cultura, sin embargo, también hay historias que trascienden de este jardín virreinal.
Las leyendas se transmiten de generación en generación y en los salones y jardínes del Jardín Borda, se albergan espíritus que alguna vez habitaron en el inmueble. Aquí te contamos un poco de las leyendas que son emblemáticas de este sitio y que quizás no conocías.
Leyendas del Jardín Borda
Una de las parejas que habitaron en el Jardín Borda fue la del emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota, quienes quedaron enamorados de este lugar lleno de plantas, árboles y donde disfrutaban de un clima agradable.
Se dice que en algunas noches se llega a ver al fantasma de Carlota, quien deambula por los pasilos y fuentes del Jardín Borda, otro de los espiritús es de Maximiliano quién en su momento recorría los jardines a caballo y por las mañanas degustaba de un chocolate caliente, quiénes lo han visto describen a una figura alta, con sombrero y de barba, la cual coincide con las características del entonces emperador.
Las exigencias de los emperadores eran muchas y los índigenas al hablar náhuatl no podían comprender al cien por ciento las peticiones, a pesar de que se contaba con personal europeo no se daban abasto, cuenta la historia que un día Maximiliano perdió la cabeza y en su furia ordenó colgar a un peón para que quedara como ejemplo a quien no cumpliera con las peticiones de los emperadores.
El hombre fue colgado en una rama de un árbol de mango, su espíritu, en ocasiones lo han llegado a ver en ese mismo árbol frutal, el cual se ubica en la actual calle Álvaro Obregón.
Previamente, en la época en la que vivieron los emperadores, la emperatriz Carlota llegó a asustarse, cuando supuestamente se le apareció una momia mientras desempacaba su equipaje, incluso por las noches escuchaba risas macabras.
Entre las salas del Jardín Boda destaca la sala Manuel M. Ponce donde mencionan que por las noches se escuchan melodías de piano, aún cuando nadie estaba ahí dentro, además de ellos, también se habla de un fraile quien se distingue por una túnica deambualando en los rincones del jardín emblemático de Cuernavaca.
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