Berenice es una policía que fue baleada por su compañero después de que la acosara, la triste realidad es que no es el único caso en la policía capitalina, ahora Alejandra se atrevió a alzar la voz y denunciar a tres de sus jefes, pero, en lugar de llegar la justicia para ella, el trabajo se volvió en un infierno.
Alejandra es una policía, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que cuenta con maestría y estudia una segunda licenciatura.
Es reconocida por su trabajo y por participar en la contención de las marchas de mujeres.
Pero su preparación no la hizo inmune al acoso y abuso sexual en su empleo.
A diferencia de muchas víctimas tuvo el valor de acusar a tres de sus jefes en asuntos internos y en la Fiscalía capitalina tras sufrir agresiones en varias ocasiones.
Se enfrentó primero a un presunto abuso sexual, otro intentó besarla por la fuerza y el tercero le pidió fotos íntimas.
Los tres fueron denunciados en 2020, pero tuvo consecuencias
“Al momento que tú alzas la voz o comentas, buscando una protección dentro de las autoridades, te empiezan a hostigar, empiezan a etiquetarte como que eres una mentirosa… y empiezan a hacer un cambio en tu vida laboral… entonces, tanto hostigan que es cansarte para que tú misma digas, renuncio...”, declaró Alejandra.
Dos años después, otro de sus superiores, mismo que en 2018 fue investigado por llegar ebrio al trabajo y amenazar con pistola a sus compañeros, ordenó que la llevaran con engaños a la Secretaría donde personal de asuntos internos quería obligarla a firmar su renuncia y de negarse, dice, la amenazaron con acusarla de desacato.
Ante la injusticia tomó fuerza, los encaró y no firmó, pero más tarde cayó en una crisis mayor, se desmayó y estuvo hospitalizada.
Se solicitó información a la Fiscalía de justicia y a la policía capitalina, sin embargo, únicamente dijeron que la víctima ya estaba siendo atendida en la unidad de genero.
Mientras tanto la pesadilla crece día con día en la mente de Alejandra y no ha podido regresar a trabajar por las convulsiones que sufre por la presión psicológica.